24 noviembre 2009


La venganza de los carritos

Dirigidos por Jorge Nasser, cantautor uruguayo e integrante principal del desaparecido conjunto musical “Níquel”, una multitud de carritos recolectores de basura se alzaron en armas en pleno período electoral uruguayo. Fue quizás uno de los mayores sucesos del temprano siglo veintiuno. Un hito que marcará la historia revolucionaria del país y un hit de Nasser que lo precedió. Los antecedentes se pueden catalogar bajo una serie de descontentos sociales que fueron muy bien canalizados hacia la violencia por parte del ahora difunto general Nasser.

El descontento de los recolectores se empezó a precipitar con la progresiva puja al alza en los precios de la pasta base, debido a los fuertes controles que venía propiciando el gobierno en el primer trimestre del 2009. Estas inspecciones eran fundadas en la necesidad de evacuar la droga de las calles. El gobierno necesitaba mostrar que algo se estaba haciendo al respecto y para ello desplegaron una clásica jugada política característica de los períodos previos a las elecciones. Esto trajo como consecuencia un malestar generalizado en los indigentes que eran consumidores frecuentes. De este modo se fue configurando la antesala de un conflicto que pronto cobraría un gran número de vidas y sería el primer ataque contra las instituciones democráticas uruguayas en el presente siglo.

Hubo otros hechos aneriores que fueron preparando el clima revolucionario. El artista había planeado una frustrada intentona golpista en las elecciones del pasado octubre. Los investigadores señalan que el operativo no se pudo materializar gracias a que un cargamento proveniente de Rivera con cubiertas Funsa, destinadas a ser colocadas en los carritos, fue detenido en el Río Negro. Las respectivas fuerzas policiales del departamento incautaron los neumáticos sin realizar ninguna investigación posterior. Afortunadamente para los revolucionarios, el incidente no pasó a mayores y luego de unas horas de realizar declaraciones menores, los transportistas quedaron absueltos y siguieron su viaje hacia Montevideo. De todos modos, no pudieron realizar el ataque para el 25 de Octubre como lo habían estipulado los altos mandos de las fuerzas de Nasser.

Nasser, que en una de las tres formas dialectales de los Charrúas significa “Nazi”, había compuesto una canción que sirvió de musa inspiradora para arengar a los insurgentes a montar sus carruajes y comenzar una masiva comilona de clases sociales. La balada del caudillo se tituló “Carritos de mi ciudad”. Si bien a primera escucha parecería ser inofensiva, amigable y repleta de esperanza, en los hechos demostró tocar fibras internas en las personas que se sentían identificadas con ella, llevándolos inevitablemente a la más perversa violencia. Este cántico se transformó en el grito de guerra de los recolectores, que no dudaron en ultimar cuanta persona con cédula encontraron.

Otra de las estrategias del cantautor fue asociar los carritos de los recolectores con los antiguos carros romanos. Para ello, seleccionó las escenas de la taquillera película “Gladiador” en donde aparecían dichos vehículos y explicó a sus seguidores que él mismo había participado en batallas similares. Realizó varias proyecciones de películas de romanos en un cine al aire libre para ver montado en los carritos. Fue el creador del primer carrito-cine del mundo. Hizo aún más obra social: domesticó las gaviotas del basurero, regaló comida, vino, pasta base, electrodomésticos rotos y cualquier otra cosa que el manipulador y sedicioso Nasser creyera que podía ser útil para el levantamiento. Puro proselitismo musical.

En los barrios más carenciados sonaban constantemente los discursos que realizaba el artista, siempre acompañados de algunos acordes de su guitarra. Ellos estaban impregnados de su dialéctica revolucionaria, la cual establecía que ya era hora de reivindicar el poder del Cuarto Estado y que la mejor manera de hacerlo era a través de una guerra desaforada contra las personas educadas. Pedían pan, jugos Jazz y pasta base. Se juntaron detrás de la barraca de Andrés Deus en Camino Carrasco y juraron no separarse hasta llegar al poder. Embriagados con el ideal de obtener de una vez por todas verdadera justicia social, los dirigidos por Nasser se cargaron los pulmones de humo de pasta base antes de saltar a protagonizar las escaramuzas más sangrientas que ha sido testigo la ciudad de Montevideo. Esto los hacía tomar coraje y atacar al son de un retroceder nunca- rendirse jamás que sonaba de los parlantes instalados en el carrito de Nasser.

Contaban con un arsenal de diversas armas bacteriológicas y armas blancas, que en una primera instancia funcionaron a la perfección. Poseían misiles de diarrea con hepatitis; morteros cargados de ratas con hantavirus; alambres de púa con tétano; morrones y ajíes catalanes marca “Barcati” con botulismo; gatos desnutridos que escupían flemas saturadas de toxoplasmosis; divisiones panzer constituidas por camiones Bedford robados de la intendencia municipal y equipados precariamente con metralletas de cólera; pañales radioactivos repletos de mierda naranja depositada por niños enfermos de peritonitis; y uno de los más temidos, su verdadero caballito de batalla: ovillos de 5 metros de diámetro compuestos por lana del orto que eran catapultados sin piedad hacia los coches de los legisladores. Bramaban, vociferaban, “ni Lacalle ni Mujica, Jorge Nasser todavía”. Arremetían también a los civiles con chapas de zinc y catapultaban desechos del hospital Maciel al hermoso jardín de la quinta de Suárez. Toda esta artillería tenía la supervisión técnica del cantante Jorge Bonaldi quien además de músico, era un gran aficionado a la balística y los estudios bélicos. Este personaje sería muy importante ya que rápidamente se transformaría en la mano derecha del general Nasser.

Ante todo esto las fuerzas del gobierno soportaban realizando denodados esfuerzos por mostrar que tenían la situación bajo control, evitando que la sociedad civil entrara en pánico y el país explotara en una gran guerra civil. He aquí la fundamental intervención del departamento de inteligencia uruguayo. Se ideó un plan que sirvió a la perfección. Era la última pieza que podía mover el gobierno antes de que el conflicto se extendiera a todo el país, produciéndose una metástasis nociva e irreparable. Se estudiaron muy de cerca los antecedentes de la insurrección. Se examinó detalladamente el perfil del cabecilla del movimiento. Luego de haber consultado, incluso con departamentos de inteligencia de otros países, el gobierno dio a luz un plan que sería el remedio perfecto para acabar con la subversión.

El plan se llevo a cabo y consistió en volver a dotar de popularidad a los adalides del movimiento. El razonamiento fue simple pero muy efectivo. Luego de que se disolviera Níquel, Jorge Nasser quedó en un alejado segundo plano en la música popular uruguaya. La cara se arrugó, la depresión lo alcanzó, y lo único que lo pudo mantener fueron las esperanzas de volver a cantar, ahora como solista. Pero esto falló. Entonces se refugió en barrios carenciados y comenzó a adquirir mediana popularidad en un sector con poca capacidad para distinguir la calidad de los productos musicales.

El otro cabecilla, Jorge Bonaldi, corrió con una suerte similar. Su popularidad entre los niños comenzó a decaer estrepitosamente cuando apareció “Barney el dinosaurio” en la televisión. Los niños ya no querían escuchar las “canciones para no dormir la siesta”, ahora preferían repetir lo que un reptil violeta les decía con acento mexicano, a través de una pantalla. Bonaldi se transformó en una víctima de la tecnología.

Así fue que Dios los juntó y ellos, resentidos sociales, entendieron que el pueblo uruguayo les había dado la espalda. ¿Cómo después de tantos años de esperanzadas baladas en una tierra de opresión como lo fue el Uruguay de la dictadura, podemos ser olvidados. Vendidos a míseros precios en las bateas locales de barrios de mala muerte? ¿Cómo Jorge, ¡como!?

Habiendo entendido eso, el departamento de inteligencia supo que el camino para terminar con la debacle debía de ser volver a dotar a los dos artistas de una efímera pero efectiva popularidad. Se decidió pasar un comunicado a la población, de forma muy confidencial, para informar la manera cómo se iba a proceder. Fue entonces que dos días antes del balotaje se organizó un concierto en las canteras del parque Rodó. Este tendría como artistas de gala a Jorge Nasser y Jorge Bonaldi. Apenas fueron avisados, los músicos lloraron de alegría y aceptaron la propuesta. Con temor a ser arrestados, exigieron que las fuerzas armadas del gobierno no pudiesen ingresar al espectáculo. Únicamente ellos podían contar con su regimiento guerrillero operando como escolta. El concierto fue un éxito total. La gente explotó de alegría. Los músicos lloraron en cámara, Nasser vomitó hasta la última gota de bilis de la borrachera que tenía y Bonaldi repartió besos con lengua a cuanta jovencita se cruzó.

La hábil intervención del gobierno consistió en repartir gratuitamente pasta base a los espectadores. Acto seguido, cerraron el perímetro de las canteras del Parque Rodo. Pasada una media hora, las fuerzas de Nasser desesperadas por conseguir más droga, pero impedidas de salir gracias al bloqueo, comenzaron a desplegar actos de gorilismo soez. Los más civilizados y depravados empezaron a venderse entre ellos la droga que les iba quedando a cambio de favores sexuales. Una vez que todos habían eyaculado y fumado toda la droga que quedaba, comenzó la violencia brutal. En pocos minutos cuerpos enteros fueron desgarrados, destripados, los estrangulamientos se contaban por miles. Se configuró un verdadero genocidio en el Teatro de Verano. Las feroces armas, las que tanto temía el gobierno, fueron finalmente utilizadas a su favor. Ante todo esto Nasser reía y vomitaba aún más disfrutando su vuelta a los escenarios. Charlaba con Bonaldi hasta que éste fue alcanzado por una metralleta que disparaba sin misericordia diarrea con cólera. Entonces Nasser se detuvo, observo la barbarie, la masacre de la que estaba siendo testigo. Tomó el cuerpo de Bonaldi, se subió a su carrito y comenzó a matar uno por uno a sus seguidores quienes no demoraron en decapitarlo con una chapa de dolmenit repleta de Varicela.

Así fue que muerto el perro se acabo la rabia y las fuerzas gubernamentales ingresaron al teatro neutralizando a los pocos manifestantes que quedaban. Sin compasión fueron aniquilados como indígenas por los policías departamentales, los cuales vaciaron innumerables cargadores de sus embravecidas Smith & Weson. Los indigentes por su parte respondieron con las escasas bombas molotov rellenas con agua contaminada que les quedaban y con las metralletas de cólera. En pocas horas el conflicto se resolvería y Montevideo regresaría a la normalidad.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

probablemente tambien haya sido Nasser el que estuvo detras del caso de herpes vaginal en otro tipo de carro, Rosita
Muy bueno!

Anónimo dijo...

jajaja, que agudeza, el tema que feo nasser

esteban dijo...

era hora de que alguien describiera a este sujeto de la manera que corresponde. muy buena lectura.
Poseían misiles de diarrea con hepatitis. jajajj

Anónimo dijo...

que bueno pala, haber cuando sacas un sensillo.
haber una pregunta, cuando entras en paginas y paginas y no miras nada , se llama zaping?

Anónimo dijo...

que tipo bruto este ultimo. decime que escribiste asi por gusto...

Anónimo dijo...

jaja por lo de haber? eso ni siquiera es una palabra la escrribo como quiero, y sencillo si ta, recien saia de la ducha

solymar dijo...

Yo creo que se llama navegación chota mas qu zapping.
Por que bruto? Por sensillo? No es para tanto eehhh

siempre pal mismo lado dijo...

un tipo supo comparar la red con la tripa, se te abren un monton de posibilidades y caminos. Depende de la persona el que sea provechosa la experiencia. La herramienta en si no es ni buena ni mala
a ese zapping se le puede llamar cuartito pa chotiar capaz...

pala dijo...

para mi que zaping está bien. Hay que ser más pragmático, más como en inglés, en español siempre hay cinco mil palabras para cada cosa

solymar dijo...

Dejá de mirar para estados unidos que te va a venir un vientito y vas a quedar vizco.

pala dijo...

no miré a Usa, miré al idioma. No me fleches el blog zurdo rosemblat, por favor carmelo, para eso está todo el tema aburrido de la campaña y la política en gral

solymar dijo...

"No me fleches el blog zurdo rosemblat" jaajjajajajaja.
McDonalds le da plata a la guerra.

pala dijo...

acabo de googlear al zurdo rosemblat y no sale nada. Yo no sé si efectivamente era un jugador de fobal, me parece que si, igual es un nombre perfecto para que lo diga bien fuerte alguien como Marcelo Araujo.

Burguer king financió la guerra del golfo, un enfrentamiento entre gordos que utilizaban misiles de diarrea con fiebre amarilla

Anónimo dijo...

jaja me encantan las peleas de pareja, muy interesantes

solymar dijo...

Estamos distanciados.

Anónimo dijo...

diferencias politicas?

RAMBO dijo...

MUY LARGO Y MUY CHETO, DENSO

solymar dijo...

juro que no soy rambo

Anónimo dijo...

a mi me parecio una hitoria genial, como para llevarla a la pantalla grande

pala dijo...

gracias anónimo! típico momento en que un anónimo te salva la guita

peggy guggenheim dijo...

pala, por el largo ni te toques, vos escribí lo que salga que así está bien. rambo se ve que hace años no lee más que el horoscopo o un mensaje de texto.
es un parodia, una boludez, simple, y también graciosa, muy ácida y banal.
está bárbaro. pone lo que seas vos, si querés cambiar cambia, yo que sé, pero escribí

solymar dijo...

Que lindo Penny ! De acuerdo!
A mi nunca me sale a defender una dama, le erro a la estrategia?

peggy dijo...

quien te dijo que era una dama???
jaja

Anónimo dijo...

sii pala dejalo ya!! arriva ese animo!!

Anónimo dijo...

eso de la credencial nunca o entendi, aguien tiene una explicacion?

solymar dijo...

no, pero hay un edificio lleno de obstáculos que hay que taravesar para que te den ese carne de mierda que dice lo mismo que la cédula, solo agrega un cógido (numero de cedula no les va?), y detrás de eso hay un edificio enorne, miles de EMPELADOS PUBLICOS, tinta, papele para limpiarse, colas y olor a humedad.